Ya vale, por favor... Con todas las cosas que sé me es imposible querer estar contigo. Supongo que ya de por sí no me gustabas demasiado, pero... ahora me doy cuenta de que no quiero estar contigo de ninguna de las maneras. Yo me iré y tú te irás o te quedarás. No tengo sitio en mi vida para una relación amorosa contigo, por favor, entiéndelo...
Parece el ruego de una desesperada y en cierto modo lo estoy. Me desequilibras y me dejas tan tocada que no puedo seguir. Estoy mucho mejor sin ti, sin que me agobies. Sé que no pretendes hacerlo, pero en cierto modo lo haces y no puedo seguir así. Entiéndelo. Sé mi amigo o no lo seas, pero por favor, déjame respirar. ¡No puedo más! Ya es bastante difícil para mí y aunque sé que tú me seguirás esperando... Yo no puedo hacerlo contigo. Sé que tengo otras cosas esperándome fuera. Tú también las tendrás, estoy segura. Eres bueno en el fondo.
A mí no me han querido como novia nunca. Nunca. En las cuatro relaciones que he tenido, sólo en una me han querido así y no he podido verlo. Soy demasiado romántica y demasiado fantasiosa, pero tú lo eres mucho más que yo. No me merezco alguien así, que me quiera tanto. Y tienes muchas cosas buenas, pero las malas superan todo...
Lo siento. Entiéndeme
A media voz
Páginas
...
Para Q Quiero la suerte? Si me abandona cuando Quiere? Si cuando la llamo nunca viene y cuando la necesito, desaparece?
viernes, 9 de septiembre de 2011
jueves, 16 de junio de 2011
No dices nada...
No respondes... No dices nada. Y me partes el alma... ¿Me olvidaste? ¿Tan pronto? No puede ser, ¿entonces por qué tanta preocupación por si me gustabas? Muchas dudas y pocas certezas tengo en mi mente... Ahora es tiempo de reflexionar... Pero no quiero pensar si no es en ti y es que te has hecho querer en mi corazón. Ahora no concibo los días sin pensar en ti, más bien me siento vacía si no pienso en ti, si no siento que alguien me espera, espera a que yo le cuente mil cosas que a lo mejor no le importan, pero que para mí son importantes y sólo por eso me escuche.
Soy egoísta, últimamente he estado pensando únicamente en mi persona... Soy una persona horrible. No me he preocupado por nadie. La mayoría de la gente de mi alrededor estaba mal y yo sin embargo no he podido, o mejor dicho, no he querido darme cuenta. Estaba demasiado bien en mi burbuja como para darme cuenta de lo contrario...
Intentaré recuperar lo poco que teníamos... Ojalá vuelvas a responderme y ojalá aún tengas ganas de verme... Porque te estimo más de lo que imaginaba y me dolería que no quisieras saber nada de mí...
Soy egoísta, últimamente he estado pensando únicamente en mi persona... Soy una persona horrible. No me he preocupado por nadie. La mayoría de la gente de mi alrededor estaba mal y yo sin embargo no he podido, o mejor dicho, no he querido darme cuenta. Estaba demasiado bien en mi burbuja como para darme cuenta de lo contrario...
Intentaré recuperar lo poco que teníamos... Ojalá vuelvas a responderme y ojalá aún tengas ganas de verme... Porque te estimo más de lo que imaginaba y me dolería que no quisieras saber nada de mí...
domingo, 8 de mayo de 2011
6/5/11
18:00
Te vas... Te vas... Y un último abrazo como despedida... Y un par de frases anhelantes, y un deseo de volver a verte dentro de un tiempo... Te vas, y me dejas con angustia, Sorella... ¿Qué será de mí cuando no me sienta arropada por ti? ¿Sabías que cuando te miro me siento fuerte? Me siento afortunada por todo lo que tengo. Me siento más fuerte. Feliz...
Ahora que te fuiste no sé si podré seguir teniendo la determinación de antes, las fuerzas de antes... Sorella... Te acabas de ir y ya te echo de menos... Este cuarto está demasiado vacío sin tí. Miro a todos sitios intentando encontrarte, pero no estás...
Nunca me había parado a pensar en cuánto me alegrabas los días simplemente con que estuvieras sentada en el instituto, esperándome... Si salía rallada, simplemente te lo contaba y me quedaba tranquila. Si salía feliz, te contaba el motivo de mi felicidad. Si lloraba, lloraba... Si reía, reía...
martes, 12 de abril de 2011
s
-Hazlo, no pierdes nada.-Venga, vamos. -Cogió a otro chico de la mano y se lo llevó fuera de la casa. Él, sabiendo claramente la intención que tenía ella, la acorraló contra la pared y empezó a besarla. Ella estaba rígida, sorprendida, y cuando él la besó, ella sintió al momento rechazo. No le gustaba su forma de besar, tan salvaje, tan primitiva. Tan pasional, si eso se podía llamar así. No sabía besar, estaba claro. Ella intentaba enseñarle, y mientras intentaba mostrarle un poco otros caminos que no terminaran en ahogo, se daba cuenta que intentaba evitarle. No quería eso. Ahora se daba cuenta, y era tarde.
Al cabo de un rato volvieron dentro de la casa. La gente estaba expectante, mirándoles con curiosidad, simplemente por el churreteo que eso conlleva."Se han liado", decían. "Sí, lo hicimos".
Unos minutos más tarde de estar en esa casa de nuevo, encontrándose de vez en cuando con aquel chico e intercambiando algún que otro beso, se sintió aprisionada. Quería salir. Salió. Se sentó en la acera de la calle, echó los brazos hacia atrás, sirviéndoles de apoyo y estiró las piernas. Miraba al cielo, intentando descubrir qué constelaciones poblaban ese cielo nocturno. Vio la Osa Menor, Kasiopea. Pero no reconoció nada más. Buscó la Osa Mayor pero no la encontró. Quizá fuera por el exceso de luminosidad. Quizá porque no quería ser encontrada.
Cuando hubo dejado a un lado la búsqueda, y simplemente se dedicaba a observar la Estrella Vespertina con curiosidad, alguien abrió la puerta de la casa. Abbey no se giró a ver quién era, sinceramente no le importaba quién saliera. Nadie podía quitarle los ojos de la Estrella. Salvo una persona. Él. Él salió de esa casa y se sentó a su lado, en el bordillo, con los brazos apoyados en las rodillas. Tenía intención de charlar. Pero Abbey no tenía ganas. Él era la última persona en el mundo a la que hubiera esperado ver sentada a su lado esa noche, justo en este momento.
No dijo nada, simplemente se sentó en el bordillo a su lado y miró al cielo también. Abbey estaba nerviosa. No le había mirado a la cara todavía. No entendía por qué su corazón estaba tan sumamente nervioso. No entendía por qué evitaba mirarle a los ojos. Quizá evitaba mirarle porque sabía que algo en sus ojos la llevarían a la perdición.
Fue él quien rompió el silencio.
-¿Sabes que aquella estrella que llevas mirando todo el rato, es en realidad el planeta Venus?
Abbey se quedó muy sorprendida. Tanto, que dejó de observarla para mirarle a él. Ni si quiera lo pensó, simplemente movió la cabeza en su dirección. Él la observaba seriamente. Ella también lo hacía.
-¿Lo sabes? -Preguntó con sorpresa y curiosidad.
-Sí. Me lo enseñó mi madre cuando era pequeño.- La cara de Abbey tuvo que ser un poema porque añadió riéndose:- ¿Qué pasa? ¿Tan sorprendida estás? Aquí donde me ves, esas cosas me interesan muchísimo.
-Pensaba que eras como todos los demás. -Estas palabras se le escaparon del cerco de los dientes a Abbey, que no pudo refrenarlas a tiempo para que no salieran-.
-Si fuera como los demás estaría ahí dentro poniéndome hasta arriba de alcohol, y sin embargo estoy aquí fuera, viendo las estrellas. - "Conmigo", pensó Abbey. Estaba conmigo. ¿Significaba eso que prefería mi compañía antes que la de esa gente que estaba ahí dentro? Abbey no estaba bebida, ni mucho menos, casi ni había probado el alcohol. Por tanto aún podía pensar con claridad.
-Cierto. - Fueron las únicas palabras que logró decir-.
-¿Te arrepientes?
-¿De qué?
-De lo de Jorge.
Abbey se había olvidado completamente de Jorge. Estuvo con Nacho solamente cinco minutos y ya había conseguido que se olvidara del chico con el que hace un momento estaba liándose. Estaría buscándola, o quizá poniéndose ebrio de alcohol. No le importaba. No le importaba lo más mínimo Jorge, sólo Nacho. Eso era muy peligroso. Nacho no era de esos chicos de los que podías enamorarte tranquilamente. Nacho era diferente. Abbey sentía que en su interior había algo inflamable con el que, estaba segura, si conseguías encender la mecha adecuada, arderían él y la persona que estuviera con él también. Abbey se sentía como si fuera a ser la que encendiera esa cerilla. No sabía por qué. Nacho era un chico que atraía muchísimo. Por fuera parecía ser un chico bastante odioso, de los graciosetes de turno que eran bordes contigo. Lo era con Abbey. Siempre había sido borde con ella. ¿Por qué ahora era tan... mono? ¿Había tomado alcohol? Abbey no se lo explicaba, pero tampoco quería pensar en la respuesta esa noche. Simplemente quería vivir ese momento y punto. Dejarlo todo al azar.
-No me arrepiento. -Aunque en realidad sí que se arrepentía de haberlo hecho, pero no podía admitirlo-.
-¿Ves? Te dije que no pasaba nada.
Abbey sonrió en la noche. Una sonrisa dulce, pensativa, melosa. Nacho la miraba. La miraba de una forma extraña. Era una mirada que no había visto nunca. Parecía que una tormenta se desataba en el fondo de esos ojos azules y no podía evitar sentir que esa tormenta también la arrastraba a ella. De repente sintió curiosidad. Quiso ver las razones por las que los truenos y los rayos hacían que las aguas de ese mar estuvieran turbias. Lo que no supo es por qué quiso acercarse. La curiosidad era en ella una cualidad que a veces podía ser buena y a veces mala. En ese momento no podría decir qué tipo de cualidad era... porque ahora no podía pensar. No podía seguir el hilo de sus pensamientos. Todos sus sentidos se centraban en una cosa. Y sabía que no podía pasar, pero estaba pasando...
Abbey se paró a medio camino de sus ojos y decidió enterrar una parte de su curiosidad. No se dio cuenta que se había levantado, se había sentado sobre sus piernas y tenía la mano derecha medio levantada, en intención de tocarle. Cuando fue consciente de su situación bajó la mano y se sentó de nuevo en el bordillo de la acera. Volvió a mirar al cielo, esta vez a la Osa Menor... Pero no le dio tiempo a contar si quiera una de sus estrellas cuando Nacho hizo que se volviera a mirarle de nuevo. Esta vez era él quien se acercaba lentamente, parecía estudiar las reacciones de Abbey, que miraba curiosa y ansiosa cómo sus ojos iban cambiando de intensidad a un azul más vivo que nunca. Jamás se había fijado en sus ojos, pero ahora que los tenía tan cerca podía sentir cómo el fuego azul que emanaban quemaba sus entrañas. Nunca pensó que pudiera pasar eso entre ellos dos. Él tenía la clara intención de besarla, pero ella deseaba huir. Ese fuego la asustaba y atraía al mismo tiempo.
Al cabo de un rato volvieron dentro de la casa. La gente estaba expectante, mirándoles con curiosidad, simplemente por el churreteo que eso conlleva."Se han liado", decían. "Sí, lo hicimos".
Unos minutos más tarde de estar en esa casa de nuevo, encontrándose de vez en cuando con aquel chico e intercambiando algún que otro beso, se sintió aprisionada. Quería salir. Salió. Se sentó en la acera de la calle, echó los brazos hacia atrás, sirviéndoles de apoyo y estiró las piernas. Miraba al cielo, intentando descubrir qué constelaciones poblaban ese cielo nocturno. Vio la Osa Menor, Kasiopea. Pero no reconoció nada más. Buscó la Osa Mayor pero no la encontró. Quizá fuera por el exceso de luminosidad. Quizá porque no quería ser encontrada.
Cuando hubo dejado a un lado la búsqueda, y simplemente se dedicaba a observar la Estrella Vespertina con curiosidad, alguien abrió la puerta de la casa. Abbey no se giró a ver quién era, sinceramente no le importaba quién saliera. Nadie podía quitarle los ojos de la Estrella. Salvo una persona. Él. Él salió de esa casa y se sentó a su lado, en el bordillo, con los brazos apoyados en las rodillas. Tenía intención de charlar. Pero Abbey no tenía ganas. Él era la última persona en el mundo a la que hubiera esperado ver sentada a su lado esa noche, justo en este momento.
No dijo nada, simplemente se sentó en el bordillo a su lado y miró al cielo también. Abbey estaba nerviosa. No le había mirado a la cara todavía. No entendía por qué su corazón estaba tan sumamente nervioso. No entendía por qué evitaba mirarle a los ojos. Quizá evitaba mirarle porque sabía que algo en sus ojos la llevarían a la perdición.
Fue él quien rompió el silencio.
-¿Sabes que aquella estrella que llevas mirando todo el rato, es en realidad el planeta Venus?
Abbey se quedó muy sorprendida. Tanto, que dejó de observarla para mirarle a él. Ni si quiera lo pensó, simplemente movió la cabeza en su dirección. Él la observaba seriamente. Ella también lo hacía.
-¿Lo sabes? -Preguntó con sorpresa y curiosidad.
-Sí. Me lo enseñó mi madre cuando era pequeño.- La cara de Abbey tuvo que ser un poema porque añadió riéndose:- ¿Qué pasa? ¿Tan sorprendida estás? Aquí donde me ves, esas cosas me interesan muchísimo.
-Pensaba que eras como todos los demás. -Estas palabras se le escaparon del cerco de los dientes a Abbey, que no pudo refrenarlas a tiempo para que no salieran-.
-Si fuera como los demás estaría ahí dentro poniéndome hasta arriba de alcohol, y sin embargo estoy aquí fuera, viendo las estrellas. - "Conmigo", pensó Abbey. Estaba conmigo. ¿Significaba eso que prefería mi compañía antes que la de esa gente que estaba ahí dentro? Abbey no estaba bebida, ni mucho menos, casi ni había probado el alcohol. Por tanto aún podía pensar con claridad.
-Cierto. - Fueron las únicas palabras que logró decir-.
-¿Te arrepientes?
-¿De qué?
-De lo de Jorge.
Abbey se había olvidado completamente de Jorge. Estuvo con Nacho solamente cinco minutos y ya había conseguido que se olvidara del chico con el que hace un momento estaba liándose. Estaría buscándola, o quizá poniéndose ebrio de alcohol. No le importaba. No le importaba lo más mínimo Jorge, sólo Nacho. Eso era muy peligroso. Nacho no era de esos chicos de los que podías enamorarte tranquilamente. Nacho era diferente. Abbey sentía que en su interior había algo inflamable con el que, estaba segura, si conseguías encender la mecha adecuada, arderían él y la persona que estuviera con él también. Abbey se sentía como si fuera a ser la que encendiera esa cerilla. No sabía por qué. Nacho era un chico que atraía muchísimo. Por fuera parecía ser un chico bastante odioso, de los graciosetes de turno que eran bordes contigo. Lo era con Abbey. Siempre había sido borde con ella. ¿Por qué ahora era tan... mono? ¿Había tomado alcohol? Abbey no se lo explicaba, pero tampoco quería pensar en la respuesta esa noche. Simplemente quería vivir ese momento y punto. Dejarlo todo al azar.
-No me arrepiento. -Aunque en realidad sí que se arrepentía de haberlo hecho, pero no podía admitirlo-.
-¿Ves? Te dije que no pasaba nada.
Abbey sonrió en la noche. Una sonrisa dulce, pensativa, melosa. Nacho la miraba. La miraba de una forma extraña. Era una mirada que no había visto nunca. Parecía que una tormenta se desataba en el fondo de esos ojos azules y no podía evitar sentir que esa tormenta también la arrastraba a ella. De repente sintió curiosidad. Quiso ver las razones por las que los truenos y los rayos hacían que las aguas de ese mar estuvieran turbias. Lo que no supo es por qué quiso acercarse. La curiosidad era en ella una cualidad que a veces podía ser buena y a veces mala. En ese momento no podría decir qué tipo de cualidad era... porque ahora no podía pensar. No podía seguir el hilo de sus pensamientos. Todos sus sentidos se centraban en una cosa. Y sabía que no podía pasar, pero estaba pasando...
Abbey se paró a medio camino de sus ojos y decidió enterrar una parte de su curiosidad. No se dio cuenta que se había levantado, se había sentado sobre sus piernas y tenía la mano derecha medio levantada, en intención de tocarle. Cuando fue consciente de su situación bajó la mano y se sentó de nuevo en el bordillo de la acera. Volvió a mirar al cielo, esta vez a la Osa Menor... Pero no le dio tiempo a contar si quiera una de sus estrellas cuando Nacho hizo que se volviera a mirarle de nuevo. Esta vez era él quien se acercaba lentamente, parecía estudiar las reacciones de Abbey, que miraba curiosa y ansiosa cómo sus ojos iban cambiando de intensidad a un azul más vivo que nunca. Jamás se había fijado en sus ojos, pero ahora que los tenía tan cerca podía sentir cómo el fuego azul que emanaban quemaba sus entrañas. Nunca pensó que pudiera pasar eso entre ellos dos. Él tenía la clara intención de besarla, pero ella deseaba huir. Ese fuego la asustaba y atraía al mismo tiempo.
miércoles, 30 de marzo de 2011
Fuera tristeza =D
¿Sabéis? Me he CANSADO de publicar cosas tristes en mi blog. Quiero poner cosas más productivas y no autodestructivas. Quiero ser más optimista y positiva. Quiero quitarle la importancia que le doy a mi tristeza. ¡Quiero que se vaya! Y pienso echarla a empujones.
Sólo necesito ordenar algunos cajones llenos de sentimientos, cerrar libros de historias pasadas y dejarlos en la estantería de los recuerdos, olvidarme del estress de los exámenes, de la presión del instituto y de TODO!
Sólo necesito un descanso. Un "break" y cargar pilas. Creo que he llegado a mi límite y que el hastío ha abrazado con demasiada fuerza mi corazón desde hace tiempo. Eso debe de cambiar radicalmente.
¡NO QUIERO ESO!
Por esta razón hago esta sección, para desviar un poco mis pensamientos negativos y ensalzar los positivos para dirigirlos a otras cosas. Otros horizontes. Otras vivencias. Sé que me queda mucho por vivir, pero ahora necesito encontrarme a mí misma. Encontrar mi camino de nuevo, que hace rato se difuminó bajo mis pasos.
No añado nada más.
Expongo mi primera entrada de mi nueva sección. =D
lunes, 21 de marzo de 2011
Renacer.
Es un nuevo día. Hoy me he despertado justo cuando amanecía, y en mi habitación una luz cálida y optimista se reflejó. El amanecer estaba entrando en mi vida de forma tenue y lenta.
Miré en derredor. Algo había cambiado. Fue entonces cuando me di cuenta de me había un rayo de sol que brillaba más que todos. Me senté en mi cama, desvelada, y lo observé. Me pregunté por qué ese rayo de sol destacaba más que los otros y automáticamente me respondí que era porque valía más que los otros.
No sé por qué, pero después de ello, pensé en mí. Sí, sé que soy muy egoísta por estar siempre pensando en mí, por llenar este blog sólo con mis sentimientos, por no dar nada más a nadie... Pero no pude evitarlo.
Me comparé por un momento con ese rayo de sol y comprendí algo que aún hoy se me hace raro entender.
Que ahora era libre de hacer lo que quisiera, porque nadie podía pararme.
Se escapó de mis labios esta expresión. Sentí de nuevo en mi interior esa calidez que tanto añoraba ya.
Me sentí RENACER
Ahora todo tenía sentido. Es cierto aquello que dicen que Detrás de algo malo viene siempre algo bueno...
La estabilidad ha regresado a mi vida. Mi ánimo se asemeja a un lago en calma y mi corazón ha dejado de sangrar. He cicatrizado mis heridas. Están recién cerradas y aunque todavía tengo que cuidarlas un poco, si sigo así pronto se curarán del todo.
Tengo esperanza en que ese amanecer no se apague. Por la cuenta que me trae.
Ayer me di una vuelta por mi infancia y me caí en mis recuerdos. Me acerqué a una estantería que veía todos los días sin mirar, como si supusiera que siempre estaría ahí y nunca se iría. Y mirando entre las páginas de los libros en los que alguna vez en mi vida me perdí, encontré la frase que mejor define mi presente y mi corazón.
"Y quisiera una magia que se encendiera por la mañana y no se apagara por la noche. Alguien a quien mirar y a quien decirle las cosas que aquí escribo".
Ojalá este amanecer y estas ganas de comerme el mundo no desaparezcan nunca.
Miré en derredor. Algo había cambiado. Fue entonces cuando me di cuenta de me había un rayo de sol que brillaba más que todos. Me senté en mi cama, desvelada, y lo observé. Me pregunté por qué ese rayo de sol destacaba más que los otros y automáticamente me respondí que era porque valía más que los otros.
No sé por qué, pero después de ello, pensé en mí. Sí, sé que soy muy egoísta por estar siempre pensando en mí, por llenar este blog sólo con mis sentimientos, por no dar nada más a nadie... Pero no pude evitarlo.
Me comparé por un momento con ese rayo de sol y comprendí algo que aún hoy se me hace raro entender.
Que ahora era libre de hacer lo que quisiera, porque nadie podía pararme.
Se escapó de mis labios esta expresión. Sentí de nuevo en mi interior esa calidez que tanto añoraba ya.
Me sentí RENACER
Ahora todo tenía sentido. Es cierto aquello que dicen que Detrás de algo malo viene siempre algo bueno...
La estabilidad ha regresado a mi vida. Mi ánimo se asemeja a un lago en calma y mi corazón ha dejado de sangrar. He cicatrizado mis heridas. Están recién cerradas y aunque todavía tengo que cuidarlas un poco, si sigo así pronto se curarán del todo.
Tengo esperanza en que ese amanecer no se apague. Por la cuenta que me trae.
Ayer me di una vuelta por mi infancia y me caí en mis recuerdos. Me acerqué a una estantería que veía todos los días sin mirar, como si supusiera que siempre estaría ahí y nunca se iría. Y mirando entre las páginas de los libros en los que alguna vez en mi vida me perdí, encontré la frase que mejor define mi presente y mi corazón.
"Y quisiera una magia que se encendiera por la mañana y no se apagara por la noche. Alguien a quien mirar y a quien decirle las cosas que aquí escribo".
Ojalá este amanecer y estas ganas de comerme el mundo no desaparezcan nunca.
martes, 15 de marzo de 2011
Cuando la vida cierra una puerta se abre otra ventana =D
Punto y final.
Adiós. Punto y final. La historia que tantas cosas prometía llega a su fin. Un fin triste y oscuro. Me siento desazonada, triste, incrédula. Sé que no debiera de sentirme incrédula, lo sé de buena tinta. Pero no puedo evitar echarme la culpa del fracaso de nuestro presente. Ahora que la euforia y la adrenalina del momento se a marchado y se han llevado mis ilusiones, mis ganas y mi honradez me he quedado solamente con un par de sentimientos contradictorios y un vacío inexplicable en el corazón.
La verdad duele. Siempre. A pesar de que sea mejor conocerla. Duele siempre. Duele empezar de nuevo y darse cuenta que has vuelto a fallar. Duele ver que quizá no has hecho las cosas bien. Aunque ¿qué otra cosa podías hacer? Quizá la forma en que han ocurrido las cosas era la forma en que tenían que pasar. Asumo mi parte de culpa y me arrepiento de no haber sido la mejor.
"Puedo escribir los versos más tristes esta noche... Yo la quise, y a veces, ella también me quiso..."
Puede que no quisiera admitir que sentía algo. Lo cierto es que sí que sentía. Más de lo que quería admitir. Es tarde para lamentos.
La vida continúa contigo a pesar de que tú no quieras continuar con ella. Seguiré entonces mi camino. Seguiré soñando la de cosas que me quedan por vivir y las mil cosas que sentiré. Nadie podrá pararme.
Tengo esperanza en que una nueva ventana se abra de nuevo para mí a pesar de que una puerta se haya cerrado. Ahora puedo sentir de nuevo libremente. Sin ataduras. Eso es lo bueno. Lo único con lo que tengo que quedarme. Las personas vienen y van, pero lo que importo soy yo. Da igual que una historia no haya terminado bien, lo bueno será esperar a que otras historias vengan... Y vengan fuerte. Que vivas el momento a pesar del miedo que puedas sentir.
Tengo esperanza en alguien que me quiera de verdad. Y no me utilice. Tengo esa esperanza.
Adiós. Punto y final. La historia que tantas cosas prometía llega a su fin. Un fin triste y oscuro. Me siento desazonada, triste, incrédula. Sé que no debiera de sentirme incrédula, lo sé de buena tinta. Pero no puedo evitar echarme la culpa del fracaso de nuestro presente. Ahora que la euforia y la adrenalina del momento se a marchado y se han llevado mis ilusiones, mis ganas y mi honradez me he quedado solamente con un par de sentimientos contradictorios y un vacío inexplicable en el corazón.
La verdad duele. Siempre. A pesar de que sea mejor conocerla. Duele siempre. Duele empezar de nuevo y darse cuenta que has vuelto a fallar. Duele ver que quizá no has hecho las cosas bien. Aunque ¿qué otra cosa podías hacer? Quizá la forma en que han ocurrido las cosas era la forma en que tenían que pasar. Asumo mi parte de culpa y me arrepiento de no haber sido la mejor.
"Puedo escribir los versos más tristes esta noche... Yo la quise, y a veces, ella también me quiso..."
Puede que no quisiera admitir que sentía algo. Lo cierto es que sí que sentía. Más de lo que quería admitir. Es tarde para lamentos.
La vida continúa contigo a pesar de que tú no quieras continuar con ella. Seguiré entonces mi camino. Seguiré soñando la de cosas que me quedan por vivir y las mil cosas que sentiré. Nadie podrá pararme.
Tengo esperanza en que una nueva ventana se abra de nuevo para mí a pesar de que una puerta se haya cerrado. Ahora puedo sentir de nuevo libremente. Sin ataduras. Eso es lo bueno. Lo único con lo que tengo que quedarme. Las personas vienen y van, pero lo que importo soy yo. Da igual que una historia no haya terminado bien, lo bueno será esperar a que otras historias vengan... Y vengan fuerte. Que vivas el momento a pesar del miedo que puedas sentir.
Tengo esperanza en alguien que me quiera de verdad. Y no me utilice. Tengo esa esperanza.
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